En la Villa de Zaachila, sus habitantes evocan “el nacimiento de la vida eterna de Jesús” con fiesta, comida y música, engalanados con juncos, flores amarillas y la famosa “disciplina”. Un hecho peculiar si lo contrastamos con la forma en cómo se conmemora “la muerte” y “resurrección de Jesús” en la mayor parte de México durante la Semana Santa.
En este municipio zapoteca de los Valles Centrales, ubicado a 16 kilómetros de la ciudad capital, la Semana Santa inicia con la recepción de “Los Concheros”, es decir, las personas que convocadas por el sonido del caracol marino, han acudido en busca de plántulas, plantas, juncos y flores como la azucena, para adornar sus templos católicos.
Año con año, los representantes de los Comités de los Templos Católicos o parroquias, se organizan en busca de la famosa “disciplina”, una planta parásita que crece en las copas de los árboles y que es traída de los cerros del Zempoaltépetl, de Villa Sola de Vega, Santa María Chilchotla y de Puebla.
Este viaje para conseguirla, inicia desde varios días antes y a su regreso, “Los Concheros” son recibidos con una tradicional cena donde el platillo principal es el guajolote hervido, huevos duros y el tejate; todos ellos alimentos pre-coloniales. En esta ocasión, ambas cenas se llevarán a cabo el día lunes 10 y martes 11 de abril del presente año.
Alrededor de las 20:00 horas, las personas de los diversos barrios que conforman este municipio, se reúnen en el paraje “La Regadera” y “El Tunillo”, y junto con las bandas de música, comienzan a degustar sus alimentos, también es común acompañarlos con un mezcal; bailan jarabes, chilenas y una que otra cumbia. Es un momento de fiesta para toda la familia.
Aunque esta cena tiene un origen prehispánico, a la llegada de los españoles se le otorgó un sentido religioso, equiparándolo con la última cena que realizó Jesús con sus apóstoles.
Al día siguiente se celebra la “Fiesta de los Concheros”. Se trata de una conmemoración donde las y los zaachileños se reúnen bajo las frondosas nogaleras, para posteriormente participar en un recorrido por las principales calles de la comunidad.
En la procesión llevan cargando laurel, orquídeas, disciplina, canastos y sombreros adornados con pastle y flores. Al llegar a sus respectivos atrios, los mayordomos de las fiestas comparten con ellos tejate, frijol con coloradito y pescado envuelto.