Editorial El Universal
La presencia de la mujer en el último medio siglo se ha dado prácticamente en todos los sectores de la vida social y profesional. Sin embargo, en poco ha cambiado la visión y el trato hacia ella. El acoso y hostigamiento es constante en la calle, en el transporte, en la escuela y en el trabajo.
En los centros laborales, la mujer puede enfrentar tanto el acoso de hombres en posiciones de poder como de sus pares. El hostigamiento no desaparece, a pesar de que ahora existen opciones para denunciar ese tipo de casos, principalmente en oficinas de gobierno.
EL UNIVERSAL publica hoy que en una década se presentaron 780 denuncias por abuso en 53 dependencias federales, organismos autónomos y universidades públicas. En los últimos años el crecimiento ha sido exponencial. En la administración pública federal en 2013 hubo 24 quejas, en 2014 la cifra subió a 84, pero en 2015 alcanzó el pico más alto al ubicarse en 237 acusaciones, en 2016 prácticamente no hubo cambio, pues se registraron 230; hasta octubre de 2017 se habían presentado 131 casos.
La consecuencia que recibe el acosador es menor. En la mayoría de los casos las denuncias terminan archivadas, con sanciones mínimas, como suspensión de días de trabajo, amonestaciones verbales en privado, reubicaciones o disculpas a la persona agredida.
A la larga, ese tipo de resoluciones puede contribuir a que la cultura de la denuncia decaiga; mayor energía en las sanciones que se aplican consolidará, por el contrario, los esquemas de denuncias.
Entre las oficinas públicas, el Instituto Nacional Electoral (INE) es el órgano federal que más quejas ha recibido, con 420, seguido de la Policía Federal (PF), con 75, mientras que la UNAM acumula 35 y el Inegi, 32.
El gran problema que desencadena el acoso es que llega a verse “normal” la reducción de libertades para la mujer principalmente en su forma vestir y en su vida social. De acuerdo con datos del Inegi, una tercera parte de las mujeres opina que no deben usar escotes para evitar que las molesten los hombres y casi la mitad señala que no tienen derecho a salir de noche a divertirse.
Hay avances en la atención de los casos, pero se requiere que en cada centro de trabajo y de estudio, tanto público como privado, se adopten protocolos de actuación para resolver las denuncias. El combate al acoso no es asunto concluido; como país aún tenemos muchos pendientes para la mitad de la población, esa que representan las mujeres.
El Universal